jueves, 25 de julio de 2013

"Ahora que conozco el amor puedo aceptar que cada cosa llegue y se vaya. Soy libre como el viento, puedo afrontar todo lo que me suceda con gran valor; como decía Rhasa Devi: "la vida es justa de todas maneras"; mi corazón está abierto como el cielo"

Maya, "Kamasutra, una historia de amor"


miércoles, 24 de julio de 2013

EL PAPEL DE VICTIMA: EL PREFERIDO DEL EGO.


Uno de los personajes representados con mayor frecuencia es el de la víctima, la cual busca la simpatía, o la compasión, o el interés de los demás por mis problemas, “yo y mi historia”. La víctima es uno de los componentes de muchos patrones egoístas, como renegar, sentirse ofendido, injuriado, etcétera. Claro está que una vez que nos identificamos con una historia en la cual nos hemos asignado el papel de víctimas, no deseamos que caiga el telón y, por tanto, como todos los terapeutas lo saben, el ego no desea poner fin a sus “problemas” porque son parte de su identidad. Si nadie desea escuchar nuestra triste historia, podemos repetírnosla mentalmente una y otra vez para sentir compasión por nosotros mismos y poseer la identidad de una persona maltratada por la vida, por las demás personas, por el destino o por Dios.

Sin embargo, la persona que está aprisionada por el ego no reconoce el sufrimiento como tal, sino que lo ve como la única respuesta apropiada para una determinada situación. En su ceguera, el ego es incapaz de ver el sufrimiento que se inflige a sí mismo y que inflige a otros. La infelicidad es una enfermedad mental y emocional creada por el ego, la cual ha alcanzado proporciones epidémicas. Es el equivalente interior de la contaminación ambiental de nuestro planeta. Los estados negativos como la ira, la ansiedad, el odio, el resentimiento, el descontento, la envidia, los celos y demás, no se ven como negativos sino que se consideran totalmente justificados y además no se perciben como nacidos de nosotros mismos sino de alguien más o de algún factor externo. “Te hago responsable de mi sufrimiento”. Esto es implícitamente lo que dice el ego.

Cuando vivimos en un estado negativo, hay algo en nosotros que ansía la negatividad, que siente placer en ella o cree que puede ayudarnos a conseguir lo que necesitamos… Por consiguiente, cada vez que hay negatividad en nosotros y logramos detectar en ese momento que hay algo que goza con esa negatividad o cree que tiene un propósito útil, tomamos conciencia del ego directamente. Tan pronto como eso sucede, la identidad pasa del ego a la conciencia y eso significa que el ego se empequeñece mientras que la conciencia se agranda.

¡Suele usted experimentar una sensación de descontento que podría describir como un resentimiento latente? Puede ser específico o inespecífico. Muchas personas pasan gran parte de sus vidas en ese estado. Se identifican hasta tal punto con él que no pueden tomar distancia para reconocerlo. Detrás de esa sensación hay ciertas creencias inconscientes, es decir, unos pensamientos. Sentimos esos pensamientos de la misma manera en que soñamos al dormir. En otras palabras, no sabemos que tenemos esos pensamientos, como tampoco el soñador sabe que sueña.

Mientras más fuerte es el ego, mayor es la probabilidad de que la persona piense que la fuente principal de sus problemas son los demás. También es más probable que les dificulte la vida a los demás. Pero, como es natural, la persona no podrá reconocer lo que sucede. Solamente percibe que son los demás los que actúan en su contra.

ECKHART TOLLE

jueves, 11 de julio de 2013

LAS PERSONAS CURVAS.

Mi madre decía: " a mí me gustan las personas rectas".
A mí me gustan las personas curvas,
los caminos curvos,
porque el mundo es curvo;
Y me gustan las curvas
y los pechos curvos
y los culos curvos.
Los sentimientos, curvos,
la ebriedad, es curva.
Las palabras, curvas,
el amor es curvo.
¡El vientre es curvo!
Lo diverso es curvo.
A mí me gustan los mundos curvos;
el mar es curvo,
la risa es curva,
el dolor es curvo,
las uvas, curvas,
los labios, curvos.
los paraísos, curvos,
(no hay otros paraísos).
A mí me gusta la anarquía curva;
el día es curvo
y la noche es curva.
¡La aventura es curva!
Y no me gustan las personas rectas,
el mundo recto, 
las ideas rectas.
A mí me gustan las manos curvas,
los poemas curvos,
las horas curvas.
¡Contemplar es curvo!
(en lo que puedas contemplar las curvas y conocer la Tierra).
Los instrumentos curvos,
no los cuchillos, no las leyes.
No me gustan las leyes porque son rectas,
no me gustan las cosas rectas.
Los suspiros: curvos,
los besos: curvos.
Y la paciencia es curva.
El pan es curvo
y la metralla, recta.
No me gustan las cosas rectas
ni la línea recta.
Se pierden todas las líneas rectas;
No me gusta la muerte porque es recta.
Es la cosa más recta, lo escondido
dentro de las cosas rectas.
Ni los maestros rectos
ni las maestras rectas.
Yo no resisto las verdades rectas,
vivir es curvo,
la poesía es curva,
el corazón es curvo.
A mí me gustan las personas curvas
y huyo, es la peste, de las personas rectas.


Autor desconocido.

lunes, 8 de julio de 2013

"Yo no creo que el amor sea un espacio de sacrificio. 
Yo no creo que sacrificarse por el otro garantice ningún amor, y mucho menos creo que ésta sea la pauta que reafirme mi amor por el otro.

El amor es un sentimiento que avala la capacidad de disfrutar juntos de las cosas y no una medida de cuánto estoy dispuesto a sufrir por ti, o cuánto soy capaz de renunciar a mi mismo".


miércoles, 3 de julio de 2013

The Libertine (El decadente)


"Permitid que sea sincero, de buen comienzo.
No seré de vuestro agrado.
Los caballeros sentirán envidia y las damas repulsión.
No os agradaré ahora y os agradaré mucho menos a medida que avancemos.
Señoras; os advierto: estoy dispuesto en todo momento.
No es un alarde ni una opinión sino simple y llanamente un hecho médico.
Sabed que la meto por doquier.
Me veréis metiéndola por doquier y todas suspiraréis por ella.
No lo hagáis, os acarreará problemas. Estaréis más a salvo observando y sacando conclusiones a distancia que si metiera mi vara entre vuestras enaguas.

Caballeros; no desesperéis. También estoy dispuesto y os aconsejo la misma precaución. Que vuestras patéticas erecciones esperen a que haya terminado pero luego cuando folléis, porque luego follaréis, eso espero de vosotros y además sabré si me habéis defraudado, deseo que folléis con mi pequeña imagen agitándose en vuestros testículos. Sentid como lo sentía yo, como lo siento yo y preguntaos: ¿ha sido el mismo estremecimiento que sentía él?, ¿tenía el conocimiento de algo más profundo? o ¿existe un muro de desgracia contra el que todos nos golpeamos la cabeza durante ese intenso y resplandeciente momento?

Queda dicho.
Este es mi prólogo.
No hay rimas ni declaraciones de modestia, no contaríais con eso, espero.

Yo soy John Wilmot, segundo Conde de Rochester y no tengo ningún deseo de agradaros."