La pretendida falta de derechos de los animales, el prejuicio de que nuestra conducta para con ellos no tiene importancia moral, de que no hay, según se dice, deberes para con los animales, es precisamente una grosería que supone una barbarie accidental cuya fuente se encuentra en el judaísmo.
Es preciso recordar a esos que desprecian a los animales, a esos accidentales judaizados, que lo mismo que ellos fueron amamantados por su madre, el perro lo fue también por la suya.
Tan estrechamente unida a la bondad de carácter se halla la piedad para con los animales, que se puede afirmar, con confianza, que el que es cruel con los animales no puede ser un hombre bueno".
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"Una ilimitada piedad por todos los seres vivos es la prueba más firme y segura de la conducta moral. Y esto no exige casuística ninguna. Puede tenerse la certeza de que quien es piadoso no pisoteará los derechos de nadie, no hará daño a nadie; por el contrario, indulgente será para todos, a todos perdonará, socorrerá a todos en la medida de sus fuerzas, y todas sus acciones tendrán marcado el sello de la justicia y del amor de los hombres. Dígase: 'ese hombre es virtuoso, pero no conoce la piedad'. o : 'es hombre injusto y malo pero muy compasivo', y se constatará de inmediato la contradicción.
Todo el mundo no tiene los mismos gustos, pero no conozco más bella súplica que aquella con que terminan las viejas piezas de teatro indio (como las piezas inglesas terminaban antes con las palabras 'por el rey'), cuyo sentido es el siguiente: '¡Que todos los seres vivos puedan vivir libres de los dolores!'"
"Los Dolores del Mundo" de Schopenhauer
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