Llegó el lenguaje, las escrituras, el arte, pero también las religiones, y las fronteras, se perdieron los orígenes comunes, se perdió el recuerdo, llegaron las guerras controladas por el capital, la esclavitud, la ignorancia y la codicia de los hombres, nunca nadie jamás volvió a recordar esas canciones que hacían de todos un ente colectivo, global y ritual... llegó el olvido.
Se perdieron las melodías y ritmos de los primeros ritos, la humanidad empezó a identificarse con banderas, clases, colores y símbolos que delimitaban siempre de forma excluyente.
Pero la música sigue siendo una, no hay etiquetas, ni géneros de esos que facilitan la comprensión y venta a una masa comercial. No existe ni la pureza ni la fusión, existe la tradición y música hecha desde el corazón, sin fronteras, colores o símbolos que le pongan barreras, y si no, hagan la prueba; acudan a un encuentro entre músicos de cualquier procedencia del globo instrumento en mano, guarden silencio, antes o después aparecerá la llama del ritual, de la conspiración cósmica. Sonará la música, danzarán las gentes y comenzará el rito."
Ángel L. Vicente Rodríguez. Mojácar.
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