sábado, 16 de junio de 2012

Junco y Agua.


Un proverbio chino dice que, en la vida, hay que ser fuertes como el junco, una idea que expresa bien cual es la verdadera fortaleza y cual, la auténtica debilidad.

Pero hay gente que se cree fuerte porque tiene más salud o más dinero o más poder que otros… Y otra que se cree débil porque tiene menos cantidad de las mismas cosas…
¿Qué es ser fuertes entonces? Ante todo, es ser capaces de resistir interiormente, de lucir un espíritu joven a pesar del paso de los años.


Ser flexibles, creativos, sensibles, espontáneos, auténticos, fuertes.

Ser como el junco, capaces de que no nos dobleguen las aguas ni los vientos de la vida, adaptables y suaves como su tallo, que se dobla siempre y, sin embargo, no se rompe.
Ser flexible es amoldarse, adaptarse a las circunstancias. Es lo contrario a estancarse, a detenerse. Flexibilidad como rasgo de carácter es tolerancia y respeto por el que no piensa como tú.

Los intolerantes son rígidos y en el peor de los casos llegan a ser extremistas. Hay algo detestable en todo extremismo, todos son similares porque los extremos se tocan.

Hay personas muy rígidas, que se posicionan rápidamente, que lo tienen todo claro porque las cosas son para ellos blancas o negras. Ese pensamiento les presta seguridad, una seguridad que en el fondo no tienen y precisan desesperadamente para defenderse de su inseguridad.

Es más fácil para ellos manejarse en esa realidad ficticia de blancos y negros que en la realidad real, en la que hay una escala de grises o mejor todo un arco iris con muchos colores y matices. El rígido es incapaz de cambiar, está anquilosado, petrificado. El desarrollo sano de la personalidad es un continuo transformarse y creerse ya hecho equivale de alguna manera a estar muerto.
Todos somos artífices de nuestra personalidad, todos podemos limar las aristas de nuestro carácter. Quitemos rigidez y pongamos flexibilidad.

Un proverbio chino dice que “la lengua resiste porque es blanda, los dientes caen porque son duros”.
En el Talmud, el libro sagrado esta vez de los judíos, se lee: “Sé flexible como un junco y no rígido como un ciprés”.

Y por supuesto que la flexibilidad y la tolerancia tienen un límite a partir del cual ya no es virtud, sino lo contrario. Pero me temo que estamos lejos de ese límite, así que en caso de duda, como dicen por ahí, “más vale que sobre que no que falte".



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